LA FOTO - Dana #3

Durante todo el camino de vuelta a casa estuve en silencio. No sabría explicar muy bien qué me pasaba: no sé si era tristeza, depresión o cansancio. No tenía ganas de nada.

Pasaron unos cuantos días antes de que nos viésemos obligados a ponernos en marcha de nuevo. La charla con la religiosa nos había desanimado bastante a los tres y yo estaba especialmente afectada por aquel gesto de la hermana Angustias. Recibí una carta del doctor Marlin. Me pareció un tanto raro. Nunca antes había hecho algo así. El sobre era acolchado y parecía contener algo dentro, pero no pesaba mucho. Entré en casa y, antes siquiera de abrirlo, llamé a Brandon y Corina. Si habíamos comenzado esto juntos...

- Bien, aquí estamos –dijo Corina.

- Ese es el sobre – apunté al sobre tamaño cuartilla que se encontraba sobre la mesa.

- ¿Y por qué no lo has abierto ya? –preguntó Brandon un tanto nervioso.

- Me da miedo –contesté.

- ¿Hace tic-tac o algo parecido? –siguió Brandon.

- No –contesté de nuevo.

- Entonces, no hay de qué preocuparse –rió.

- ¡Brandon! –le riñó Corina-. Está preocupada.

- Está bien. Yo lo abriré.

Cogió el sobre y lo abrió. Vació su contenido sobre la mesa y del interior salió una llave y un par de cuartillas escritas con la que yo reconocí era la letra del doctor Marlin.

- Es la llave de una taquilla –dijo Brandon, examinándola cuidadosamente.- Esto empieza a ponerse interesante.

- ¿Quieres que lea esto por ti? –se ofreció Corina. Yo asentí.

“Bankersfield, 23 de Julio de 2000

Querida Dana:

No sé cómo empezar esto. Cuando te vi aquí el otro día , supe que esto pasaría tarde o temprano.

Quiero decir que te debo una explicación: No fui del todo sincero el otro día. En realidad te mentí.

Sé que no lo creerás pero hice una promesa a tus padres hace muchos años. Desde el mismo momento en que la hice supe que había cometido un error, pero no podía volverme atrás porque había muchas más personas implicadas y dependían de mí en cierta forma.

Ahora todos aquellos a quienes hice la promesa ya no están con nosotros, tu eres mayor y yo no sé cuánto tiempo me queda por vivir. (Espero que sean muchos años, pero no quiero arriesgarme a llevarme todo este asunto conmigo) Así que hay bastantes cosas que tienes que saber sobre ti y sobre quién eres. La llave que incluyo en el sobre es de una caja de seguridad del Financial Bank en Washington. Allí encontrarás algunas respuestas, al menos las que están a mi alcance. Ni yo mismo soy capaz de explicar lo que pasó realmente.

Espero que, descubras lo que descubras en el interior de esa caja, nunca olvides que todo lo que hicimos fue para tu felicidad. Incluso si crees que nos equivocamos.

Con todo mi cariño,

Andrew P. Marlin

Todos permanecimos callados tras la lectura de la carta. Hacía rato que Brandon había dejado de jugar con la llave, Corina tenía la boca seca y yo... yo estaba petrificada.

- Esto está dejando de ser divertido –dijo Corina.

- ¿Tú sabías algo de una caja de seguridad y todo este pacto? –preguntó Brandon, mirándome.

- ¿Tengo cara de saberlo? –contesté, sin saber si romper a gritar o a llorar – Ni siquiera estoy segura de querer saberlo.

- ¿Estás bien, Dana?

- No lo sé. No esperaba que esto llegase tan lejos.

- Yo tampoco –admitió Brandon y balanceó la llave delante de mí - ¿Qué hacemos?

- Me da miedo lo que pueda descubrir al abrir la caja.

- Pues es la única manera de seguir adelante porque Marlin no parece muy dispuesto a seguir hablando, a pesar de intuir o saber lo que contiene.

- Corina –dije, mirándola en busca de una opinión.

- También puedes tirar la llave y olvidarte de todo –me dijo -, aunque no eres de ese tipo.

Corina tenía razón. Yo no abandonaba fácilmente. Y, aunque me aterraba ir a Washington y desvelar el misterio, también sabía que no sería capaz de olvidarlo y seguir adelante.

Nos llevó más de tres horas encontrar la sucursal del banco donde se alquiló la caja. El empleado que nos atendió me dijo que, antes de permitirme ver el contenido y a pesar de tener la llave, tenía que comprobar si mi nombre figuraba en la lista de personas autorizadas.

- Se acabó, chicos –dije.

- No seas tan pesimista, ¿quieres? –me riñó Corina.

- Mi nombre no está en esa lista. Se suponía que yo no debía conocer la existencia de esta llave.

- Señorita –dijo el empleado en tono ceremonioso-, si me acompaña, por favor...

- Claro –dije.- ¿Pueden venir conmigo?

- Si lo desea.

Seguimos hasta un largo pasillo. Brandon y Corina esperaron en una sala contigua a la cámara donde estaban las cajas de seguridad. El empleado introdujo su llave y me pidió que yo hiciera otro tanto. A la cuenta de tres giramos la llave un cuarto y la caja se abrió. Era de forma cilíndrica y de un material metálico algo pesado. Acero inoxidable, me pareció. Me ayudó a llevarla hasta la sala donde estaban mis amigos y, antes de salir, dijo en el mismo tono ceremonioso: “Si necesita algo, toque el timbre”

- Gracias –contesté. Tan pronto como salió, miré a mis dos amigos y suspiré.

- ¿La abrimos? –preguntó Brandon.

- Adelante –dije con voz temblorosa.

2 comentarios:

Ayyyyyyyyyy, Quiero saber que hay dentro de esa caja de seguridad!!!! Abrela ya de una vez!!!!!! Será dentro de esa caja donde Dana descubra que tiene un hermano???? Y si así es, como va a hacerlo para encontrarlo????? Dime algo pronto Lauri, no me abandones......... que hablas menos, que las hermanas Clarisas esas, jajajaja.
Besos,
Saymi

30 de marzo de 2008, 10:49  

Francamente, quien en su sano juicio deja en suspenso una historia tan buena, por favor escribe pronto el final, lo espero con ansias.

15 de febrero de 2009, 22:42  

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