LA FOTO - Charlie #2

Seguí adelante. Estudié mucho, saqué buenas notas y, de vez en cuando, me colaba en el despacho de la madre superiora para comprobar el correo. Tal vez hubiese algo relacionado con mi hermana.
Sólo una de esas escapadas tuvo sus frutos. Encontré una carta manuscrita de Marianne Carter en la que agradecía a las monjas el mayor regalo de toda su vida. Decía que era una niña sana, feliz... Que sacaba buenas notas y que estaba en el equipo de natación de su escuela. Miré el matasellos porque la dirección del remite no venía. Era de San Francisco. Tendría que recordarlo...
Por aquel entonces, Dana tenía unos diez años y yo estaba a punto de cumplir la mayoría de edad. Había acabado el instituto con buenas notas y pronto sería libre. Intenté una vez más tantear a la madre superiora y conseguir información sobre Dana, pero no resultó:
- Charlie, me duele en el alma decirte esto, pero... Deberías olvidar esa idea loca de reunirte con tu hermana.
- Madre, ¿cómo puede decirme eso? –le reproché, asombrado.- Desde el momento en que se marchó, no he dejado de pensar en otra cosa.
- Tienes que encontrar trabajo, una casa, casarte , formar tu propia familia,... Es imposible conseguir los datos de una adopción.
- ¿Cree que no lo sé? Usted no dejaría a ninguno de nosotros en manos de alguien sin seguirle los pasos... Incluso si eso excediese sus deberes... ¡Madre, por favor! –supliqué finalmente.
- Lo siento, Charlie. Lo siento mucho.

Sabía que le dolía negarme la información, pero esa era su obligación. Durante un minuto la odié por su rectitud y respeto a las normas, pero esa mujer que tenía delante de mí era lo más parecido a una madre que tendría jamás...
El día que me marché, el veinticuatro de junio de 1980, había quince religiosas en la puerta, llorando como magdalenas, y otras tantas diciéndome adiós desde los ventanales enrejados de “Halfway House”.
- ¡Que Dios te guíe y te ilumine siempre, hijo! –me dijo la madre.
- Ven a visitarnos alguna vez –me pidió la hermana Soledad.
- ¡Mi niño! –fue lo único que pudo decir la hermana Angustias.


Al verlas allí de pie, despidiéndose de mí, me sentí solo y asustado. Aunque no lo había sabido hasta ahora y, a pesar de las circunstancias, era probable que hubiese dejado atrás una de las mejores épocas de mi vida. Ahora me tocaba emprender camino y empezar a valerme por mí mismo.
Los tres primeros meses fueron muy duros. Al salir del orfanato, encontré trabajo repartiendo encargos en una floristería, aunque el sueldo apenas me llegaba. Después fue una pastelería y he de admitir que no entiendo cómo lo conseguí porque yo no tenía ni idea. Lo bueno del trabajo en la pastelería era que incluía comida y cama; lo malo, que tenía que estar durante ocho horas junto a un horno a doscientos grados.
La señora Chong, la mujer del pastelero, me regalaba una camisa o un par de calcetines de vez en cuando. Pero quien de verdad, de verdad cambió mi vida fue un hombre al que casi atropello en Denver.
Eran las nueve menos diez y yo pedaleaba como un loco en mi bicicleta para llegar a una entrevista de trabajo. Tenía que conseguir algo antes de que me fundiese como el chocolate. Al doblar la esquina, no lo ví... Intenté esquivarlo y acabamos los dos en el suelo. Mi currículo acabó empapado, dentro un charco; y mi bicicleta, destrozada por el golpe. Afortunadamente el caballero seguía intacto.
- ¿Estás bien, chico? –me preguntó, mientras me ayudaba a levantarme.
- Sí. ¿Y usted? Lamento mucho... –dije, pero no terminé. Acababa de ver mi mochila por los suelos, la bici deshecha y todos mis papeles mojados- ¡Oh, mierda!
- ¿A dónde ibas con tanta prisa?
- A una entrevista de trabajo en Photo Things...
- ¿Quieres que te acerque? Tengo el coche cerca.
- ¡Para qué! Ya no hay nada que hacer.
- ¿Tu crees? –dijo, mirándome.- A veces una actitud positiva es lo mejor.
- Mire, no se lo tome a mal, pero no he tenido nada positivo en mi vida desde hace años... Además, la mitad de lo que había en ese currículo era mentira.
- Eso demuestra que eres creativo.
- Sí. Y esto –dije, señalando aquel desastre-, que no tengo suerte.
- Bueno, soy de los que piensan que tu creas tu propia suerte. ¿Quieres tomar un café? Después te llevaré a casa si quieres.

Recogí lo poco que aún servía de todo aquel estropicio y me marché con Walter Benson, el hombre al que casi atropello, a tomar un café... En realidad, fue un suculento desayuno, que me comí casi sin pestañear, ante la atenta mirada de Walter.
- Así que estás sin trabajo...
- No exactamente –aclaré, tratando de tragar el último trozo de pan que me quedaba en la boca.- Trabajo en una pastelería y, aunque mis jefes son muy buenos, el sueldo casi no me llega y el negocio no va bien... Si no me han despedido ya, es por el cariño que me tienen. Por eso, quiero irme antes de que se vean obligados a... Les costaría mucho.
- ¿Qué ibas a hacer en Photo Things?
- Un amigo me dijo que estaban buscando a gente para el laboratorio o algo así.
- ¿Sabes algo de fotografía?
- Ni manejar una polaroid, pero aprendo rápido. Aunque ahora tendré que volver a buscar en los anuncios y patearme las calles. No creo que Cleta tenga arreglo –dije, echando un vistazo a los restos de mi bici que descansaban en la acera.
- ¿Cleta?
- Mi bici –dije, tomando un poco de zumo.
- Charlie, ¿puedo llamarte Charlie?
- Claro.
- Yo tengo un estudio fotográfico y necesito personal. Me caes bien y pareces trabajador... ¿Te interesaría un puesto?
- ¿Acabo de atropellarle...
- Sí –afirmó con una sonrisa.
- ... y me ofrece un empleo?
- No es nada importante. Estarías de ayudante en alguno de los departamentos, pero sería un comienzo.
- ¿Me habla en serio?
- Buen sueldo, seguros sociales, bla, bla, bla... Quiero demostrarte que la suerte puede cambiar.
- ¿Dónde está la trampa? Quiero decir, nadie te ofrece un trabajo así como así.
- La trampa está en que tendrás que demostrarme que aprendes rápido. Estarás un mes a prueba; si lo haces bien, seguiremos hablando... ¿Qué me dices?
- Digo: ¿Cuándo empiezo?

2 comentarios:

Ayyyyyyyy, así que la hermana Angustias estuvo con Charlie hasta la mayoria de edad!!!!! Será que vió que Dana se parecia mucho a él y por eso la miraba tanto?????
Trabajando ocho horas delante de un horno a 200 grados??? Eso no hay quien lo aguante, en invierno vale, pero en verano....... se nota que no me gusta el calor, no? jajajaja.
Que suerte que al final se encontrara con Walter, bueno, más bien que lo atropellara, porque seguro que se llevó muy bien con él.
Bueno Lauri, me quedo a la espera del siguiente, no me tardarás verdad?
Un besazo.

24 de febrero de 2008, 15:24  

Me vas a matar lo se me vas a matar!!! Si es que aun no lo he leido... pero ante mi defensa diré que la SUsi me ha tenido prohibido el ordenador hasta hoy!! A ver si cuando llegue a casa me quedan ojos para leerlo por que me encanta como escribes así que esto me va a gustar por narices! NO???
Ains como te quiero puñetera!!!!

25 de febrero de 2008, 8:47  

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