LA FOTO - Dana #1

La carretera estaba prácticamente desierta y hacía tanto calor que podía verlo. Ese sitio llamado “Middle of Nowhere” (Mitad de Ninguna Parte)...

Ahora sabía por qué se llamaba así. Llevaba conduciendo casi tres horas y no había visto a nadie, ya fuera en coche o a pie. Tenía el mapa sobre el asiento del copiloto, pero no me servía para nada. Estaba perdida y, si no salía de allí, pronto se acabaría la gasolina. Debí haber hecho caso a Corina y no venir sola, pero no podía esperar.

Iba intentando encontrar la enésima emisora en la radio cuando lo vi aparecer ante mis ojos, como si se hubiese materializado de la nada. ¡Dios mío! Había llegado la hora.
Aparqué el coche y me bajé. Desde fuera parecía la típica venta de carretera para camioneros, pero cuando entré me di cuenta de que era algo más que eso. Era un punto de encuentro. Todo el mundo charlaba animadamente, pero cuando sintieron la campanilla de la puerta, todos se volvieron y permanecieron en silencio. Una camarera me gritó desde la barra: “¿Algo fresquito?”. Asentí con la cabeza mientras me acercaba hacia ella bajo la atenta mirada de toda la clientela.

- ¿Le apetece algo de comer? – me preguntó.
- No, gracias – le contesté.- Aunque tal vez pueda ayudarme. Estoy buscando a una persona y me dijeron que podría encontrarla aquí.
-¿Cómo se llama esa persona?
-Charles Matthews.
-¡Pues ha tenido suerte! –contestó. - ¡Charlie!

Acto seguido, un hombre salió de una de las puertas que quedaban tras la barra.
-Te están buscando – le dijo tan pronto lo vio aparecer. Y señaló en mi dirección con su mirada.
-Yo soy Charlie Matthews – me dijo, mirándome fijamente. - ¿La conozco?
-Soy Dana.

No recuerdo muy bien qué es lo que llevaba en las manos, pero lo hizo añicos cuando se le cayó al suelo.
-¿Quién es Dana, Chuck? – le preguntó uno de los camioneros.
-Es... Es mi hermana – contestó en voz muy baja.

Para entonces yo ya estaba llorando. No podía decir nada más porque tenía un inmenso nudo en la garganta. Tampoco hizo falta. Saltó por encima de la barra y nos detuvimos un segundo para mirarnos antes de darnos un abrazo tan largo, tan fuerte que creí que me quedaría sin respiración... Pero no quería soltarle, pensé que se desvanecería.

Yo tenía seis años cuando nos separaron. Llevábamos tres años viviendo en un centro de acogida, desde que mis padres se marchasen. Por aquel entonces, cuando llegamos al centro, Charlie debía tener unos once años. Durante el tiempo que estuvimos juntos, Charlie siempre cuidó de mí... Después fui dada en adopción. Mis padres se deshicieron, creo, de todo aquello que pudiese recordarme mi pasado y viví tranquila y feliz...

Pero hace cinco años, mientras preparaba las maletas para marcharme a Londres, mi mejor amiga encontró una foto mía un tanto extraña... Estábamos recordando los viejos tiempos: vacaciones de verano, fiestas de instituto y universidad, travesuras, excursiones...

-¿Quién es este chico? – preguntó, alzando una foto muy vieja.
-A ver... –dije, mirando más de cerca.- No sé... Ni siquiera sé dónde está tomada.
Corina le dio la vuelta y observó la fecha.
-Once de noviembre de mil novecientos setenta y nueve –leyó en voz alta.- Debías tener unos cinco años, ¿no?
-Cuatro – rectifiqué. – Seguramente es de la antigua casa, antes de mudarnos aquí.
-Mira, hay una especie de sello pero no puedo verlo muy bien.
-Déjalo – le pedí. – No vamos a pasarnos mis últimos días aquí mirando fotos de alguien a quien no recuerdo, ¿no?
-¿Me dejas la foto? – Me pidió.- Mi hermano tiene un amigo que trabaja con estas cosas en una agencia de investigación...
-¿Qué pretendes?
-Nada. Pero, ¿no te pica la curiosidad? Esa fachada no parece de una casa.
-¿Qué quieres decir?
-¡Fíjate bien! –dijo, al tiempo que me mostraba de nuevo la foto – Ya sabemos que tu padre era algo obsesivo con la seguridad, pero ¿quién pondría estas rejas en las ventanas de una casa familiar?
-No lo sé, pero mi padre era muy raro.
-¿Quieres que me la lleve y salgamos de dudas? –me preguntó de nuevo.
- Si te hace ilusión.

Días más tarde, Corina se presentó en mi casa. Parecía muy preocupada.
- ¿Tienes más fotos como esa?
-No lo sé. ¿Por qué?
-El amigo de mi hermano ha averiguado de dónde es el sello de tu fotografía.
-¿Hemos desvelado el misterio? – bromeé.
-Es un sitio llamado Halfway House.
-¿Halfway House?
-Sí. Busqué en Internet y parece que es una casa de acogida, algo así como un orfanato.
-¿Qué demonios hago yo en un orfanato?
-No tengo ni idea, pero mira lo que Brandon ha encontrado en el archivo municipal de Maverick, Colorado.

Sacó de su bolso un par de fotos más que mostraban la fachada y el patio trasero de un edificio de ladrillo rojo y ventanales blancos. A continuación, siguió con su exposición.
-Es Halfway House en 1974 o 1975... ¿Te has fijado en las ventanas?
-Las rejas son... –comencé, sin atreverme a terminar la frase.
-Iguales que las de tu foto – completó.
-¿Qué es todo esto? – le pregunté.
-No lo sé, Dana, pero creo que no deberías marcharte a Londres en este momento.

1 comentarios:

Lauri!!!!!!!!!!!!!
Que iba a dejarte un mensajito en el messenger de buenas noches, y he visto que tenias la dirección de aqui, y me he dicho "vale, son más de las tres de la mañana deberias irte a dormir" pero la curiosidad me ha podido y aqui estoy. Y es lo peor que podia haber hecho, porque ahora me encuentro que he leido a Dana y te estoy escribiendo como una loca para irme rapido a leer a Charlie, jajaja. Así que te dejo, muchos besitos.

23 de febrero de 2008, 18:28  

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